La fiesta de los colores ya está aquí

Oct 13, 2015

Paisaje ViñedoEl otoño de las viñas en La Rioja constituye el mejor reclamo turístico para disfrutar con los cinco sentidos.
El otoño en La Rioja es un privilegio de la Naturaleza. Es mágico. El campo está lleno de vida en colores. Pasear por el campo y ver los paisajes del viñedo otoñal provoca una sensación de plenitud que te hace explotar los sentidos y las sensaciones. No se lo pierdan. Será un periodo corto, de apenas tres semanas. De aquí hasta primeros de noviembre hay que saber aprovechar las salidas antes de que las heladas provoquen la caída de la hoja. Los paisajes del viñedo se vestirán de etiqueta en próximas fechas. Habrá que estar atento para buscar la plenitud. Todo va a depender de la climatología y de la ausencia de heladas.
• Los colores según la variedad
Hay rutas que se pueden recorrer en coche y por caminos rurales. Todavía habrá que esperar unas fechas para que el colorido alcance su plenitud
No se olviden, tampoco, que hay otras variables del propio ciclo vegetativo de las variedades en función de la zona, climatología y altitud. El tempranillo, sin ir más lejos, cambia de color su vestimenta antes que la garnacha.
Pero si quieren venir de la mano somos capaces de enseñarles algunos de los lugares que mejor simbolizan todo lo que tenemos al alcance de nuestra vista y de los sentidos.
Realizar los recorridos es fácil. Basta poner los lugares en el mapa y perseguirlos. Hasta sin andar pueden verse. Pero es mejor pararse en determinados puntos estratégicos y mirar alrededor cuando hay unas vistas de ensueño.
El color y las variedades
Localidades
-De Cenicero a Uruñuela
Grandes masas de viñedo.
-De Baños a Badarán, Cordovín y Alesanco
Pequeñas parcelas y distintas variedades
-San Asensio, Briones y San Vicente
Excelentes panorámicas desde los castillos
-Valles de Ocón y Leza
Dos zonas con encanto rural y viñedos tradicionales
-Valle del Cidacos y faldas de Yerga
Suaves ondulaciones y bonitos carasoles.
Los paisajes no son iguales ni parecidos. Todo tiene una explicación necesaria. Y para poder entender la belleza de los mismos en todas sus dimensiones es necesario conocer algunos fundamentos básicos.
Hoy hay una variedad predominante, el tempranillo, de ciclo temprano y corto con un color rojizo y predominante por casi cualquier rincón de La Rioja.
Pero luego, también, están otras variedades de la paleta de colores necesaria para entender el paisaje, la variedad cromática, las banderas de colores y otras muchas razones. Sólo así se puede entender la panorámica e ir buscando una diversidad que los hace tan singulares y espectaculares.
Las propuestas
Los paisajes no son iguales ni parecidos. Podemos llevarlos de la mano o dejarles algunos lugares para que puedan disfrutarlos de cualquier forma. Si quieren hasta para verlos desde la carretera. Pero, seguro, que les va a resultar difícil no pararse y pasear, mezclarse con ellos o rendirse ante la panorámica de todas las sensaciones y sentidos.
Con diversidad de variedades, colores y pequeñas parcelas hay que pasar por el valle del Najerilla, desde Cenicero aguas arriba. Entre Cenicero y Uruñuela, lo que llaman Carril, tienen una enorme masa de viñas para envolverlo todo hasta casi las mismas puerta de Nájera.
Aguas arriba tienen todo el valle del Najerilla y su afluente el Cárdenas. Un reservorio de variedades, pequeñas parcelas, colores de todas las paletas para ir de Baños de Río Tobía a Badarán y desde allí recorrer Cordovín y Alesanco y Azofra.

O si quieren dar un salto y pasar a Hormilla, pueden subir por la carretera que conduce a Valpierre y ver una panorámica con perspectiva de casi toda La Demanda.
Por La Rioja Alta hay tres puntos situados en altozanos que conviene no dejarlos de lado. Hay que acercarse hasta San Asensio, buscar la carretera que conduce a Davalillo y observar la panorámica. Las vistas son sensacionales y pueden hacer las delicias de todos los amantes de la fotografía.
El otoño deja estampas asombrosas como las que pueden apreciarse desde las viejas fortalezas de Briones y San Vicente de la Sonsierra. Dos panorámicas en las que pueden verse los meandros del Ebro marcados por las choperas que los rodean y grandes extensiones de viñedos.
Desde las alturas el espectáculo está garantizado. La Demanda o la cordillera Cantábrica, como prefieran, son los límites más lejanos. Todo lo que está más próximo, incluso los caminos y pistas rurales de fácil tránsito si no hay lluvias, hay que recorrerlos para admirar el otoño riojano.
El Valle de Leza y el de Ocón son de los menos conocidos de nuestra región pero están llenos de todo el encanto de la vida rural que se conserva hasta en las formas de cultivo. Lo mismo pasa con la superficie de viñedo. Pequeñas parcelas y diversidad de variedades y colores.
Tudelilla es, sin duda, uno de los referentes de la zona. Hay que acceder a la parte más alta, casi junto al soto bosque y echar un vistazo a los alrededores. Hoy hay mucho más tempranillo que garnacha, pero de allí han venido las uvas que han hecho grandes a los clásicos de Rioja.
En La Rioja Baja hay otras panorámicas diferentes, muchas de ellas de suaves ondulaciones que va desde el Cidacos al pico Gatún, a los pies de la sierra de Yerga. La vertiente sur de Yerga tiene hermosos carasoles plantados de viñedo a 700 metros de altitud en los que pueden contemplarse buena parte de las variedades con su colorido más característico. Son espacios más abiertos y de largo recorrido, diferentes a los que se pueden encontrar en La Rioja Alta.

Fuente: Diario La Rioja